Pudieron hablar
con la cabeza entera, pero decidieron dejar su mente vacía y su boca llena.
Nacen necios pues
su imagen no depende de sus propios ojos, sinó de los oídos ajenos, y las efímeras
sombras huecas que los oyentes hacen nacer.
Las personalidades
son espacios ciegos y los oídos tienden a morir por la mudeza propia.
El hecho de
escuchar para luego leer se hace imposible, entonces ser ciego es una definición
parcial de la audición, pero ésta está sorda y no nos comprendemos a nosotros
mismos y nos perdemos de hacer algo que nos encanta cuando al mismo tiempo no
tratamos de definirnos, sinó de ser agradables. Agraviante.
Nuestra cabeza fué
profanada, ya lo dijo Sarmiento “las ideas no se destruyen, pero se roban”. Y ser
viejo y ser parte de una mentira nos hace importantes. Y ser parte de la
historia nos hace mas ilustres, cuando los iluminados caen en las sombras de la
ignorancia.
O Tal vez éstos ilustres
cambien el sentido de su ser, debido a una ambigüedad propia del ser humano.
Poco estamos cerca de definir al bien del mal y tratamos de ver a las cosas mediante
adjetivos, falencias o victorias y orgullos. Pero en fin, este ser humano pensaba
bien: nos estamos robando a nosotros mismos. El hecho de querer llegar a algo
mejor nos impide avanzar hacia ello. Es consecuencia del desarrollo y el egoísmo
el necesitar evolucionar en base a otra idea, otra mente tal vez mas rápida que
llegue a ser motivo de inspiración por el grado de envidia que produce el éxito.
Puedo hablar con
la boca llena, pero solo son desechos o migas, No hay congruencia en las ideas
y los hechos allá fuera y tampoco lo habrá aquí dentro.
Por un lado hay
miles de mentes que prefieren darse a conocer como exageradamente propias y
poseedoras de razonamientos y relaciones interesantemente estrafalarias para
darse el gusto de ser seres de renombre y así obtener los lujos propios de la
sociedad que son una nómina propia, indiscutible, fija y lo mas interesante de
todo: estable. La exactitud la buscamos todos, desde tiempos remotos
necesitamos a un Dios para deliberar frente a él la lógica existencial y sus
derivados; el origen del todo y asimismo el origen del mismo Dios. Pero los
seres humanos tienden a temer y esto refleja la desesperación a dejar de ser, y
un nombre les es suficiente ¡ME DOY PENA!
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