viernes, 1 de junio de 2012

La Muerte, una vez más.

Yo estaba Allí, pero aún no lo sabían. No podían verme. Nadie podía hacerlo. No hasta que alguien se dispusiera a abrir la compuerta, la que me separaba de esos devotos del Big Ben.

   Jamás se les ocurriría creer siquiera que el Servivcio Secreto me terminaría arrastrando, cual suicida pakistaní, a las bases británicas, sin ningún resguardo a mis espaldas.
   Logré entrar eliminando a los centinelas, reduciéndolos a pedazos de carne en pleno inicio del proceso de putrefacción.
   Luego de este catárquico accionar, di inicio a mi plan maestro: Volar la base inglesa.
   Esos lamebotas de Tatcher tenían pruebas para incriminarme como infiltrado en la Guerra, pero la agencia requirió a un falsificador profesional increíble, de lo mejor que he visto en mis vastos años como mercenario encubierto.

   Augusto Rodriguez. 48 años. Teniente a cargo del Pelotón de Infantería. Nada mal...
 
   Emprendí mi camino por la base enemiga, ejecutando a quien intentara frenar mi paso. Accedí al sistema de información, dispuesto a secuestrar todo tipo de prueba que sirviera para incriminar al Servicio de Inteligencia inglés, culpándolo de tráfico de influencias.
  Sin embargo, algo reflotaba en mi cabeza... ¿De qué servía todo esto? ¿Se justificaban tantas muertes para lograr la culpabilidad de un servicio secreto?

   Solo el tiempo lo dirá.

   Finalmente, caí en la cuenta de que el Poder y la Gloria significaban para el mundo mucho más que la soberanía de unas islas que estaban en disputa desde hacía siglos.

   Malvinas ya no era el trofeo de guerra. La Codicia, la ambición de Poder constante, el Orgullo, terminaron convirtiéndose en los ideales que comenzaron a hacer del Mundo la presa facil de la humanidad.

Un pitido me despertó.

El contador de la bomba se había iniciado hacía cinco minutos, dándome la misma cantidad de tiempo para escaparme, antes de que todo se reduciera a cenizas...

Decidí quedarme.




Esta historia continuará...
(Frase quemada si las hay)

                                                                                             Funky Hitler.


Gracias Señor Gonzo por darme este espacio. Me siento como en casa. Atentamente, JF.

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