domingo, 29 de abril de 2012

Señales


Alegó contra mi cordura y de soslayo obtuvo un ademán, cínico por su proceder.
Y eran las siete y media y ese día poco habría dormido… pero ya no recuerdo, últimamente duermo poco y olvido demasiado. Escucho mucho de algunos, susurro poco de todos pués me oyen como yo a ellos. A veces en la ducha, donde uno puede interpretar una tina honda hasta la mitad para sumergir el cuerpo lleno de impurezas del día anterior, aquellas que no se quitan con solo el higienizarse mediante métodos modernos y aprobados por aquellos doctores nerviosos de anteojos inmensurables en un cráneo común y corriente. El agua oficia en un abrir y cerrar de ojos de un mar que deja descansar todas nuestras penas. Asimismo nos relamemos de ganas de hablar con nosotros mismos, o con una entidad presente  (pues siempre me oyen) A fin de cuentas podrían haberse tomado la molestia de ejercer el impetuoso acto de espiarme a través de la puerta, y no escucharme por doquier, como acostumbraban ¡MONSTRUOS!
Hace ya meses que no oigo, junto con el chapotear de alguna gota despavorida y desprolija, mi voz. Evito intentar hacer oídos sordos al tiempo en que la ligera esperanza de saber que está mal todo lo que sucede. Ya no comprendo el todo, sinó que existe algo mas fuerte que mi persona todavía quizá… que … tal vez sea la única dueña de mi conciencia.
Eso significa que en caso de incinerar estas letras aún existirán todas las emociones aqui plasmadas.
Y alguien las sabrá.
Ricardo.
Mi nombre es Pablo, y al igual que mi cuerpo, poco importan estas presentaciones formales a las que nadie de ahora en más hará caso. Una persona en mi condición nunca volverá a ser siquiera requerida por su denominación de pila… En caso de ser requerido un “mamá” “papá” “tío” con eso es suficiente, ya no nos queda mucho.
Mis compañeros saben que el único futuro, si es que lo existe, es aquel que les permite sobrevivir y nada mas. Ellos comprenden lo poco que me importa la pierna herida del cuerpo de  Pablo, o el codo que ahora es la extremidad derecha superior de mi cuerpo.
Sin embargo hablo de gente que me escucha como yo a ellos; de Seres que invoco para obtener sabiduría o paciencia; dialogo con seres de carne y hueso.
Sin embargo sigo solo.
Dolido.
Sasasssass.
De noche uno no puede mirar al techo pues no imagina que clase de estrafalaria criatura puede estar acechando a nuestra serenidad. Siniestro. Podríamos estar convencidos de que nuestro cuello desnudo por el excesivo calor ha de estar seguro mientras desenfrenadamente evitamos mirar hacia arriba, cuando comprendemos lo Siniestro que puede resultar la inseguridad de estar avalados por el miedo solo para no querer subir la mirada y comprender que, junto con la puerta cerrada y una tonelada de obstáculos en cada habitación, no hay un escape de esa criatura que nos viene escuchando desde hace tanto.
Ahora resulta imposible recurrir a la idea de que esto es una mera sugestión ¡Si me viene persiguiendo desde hace años, buscándome en los momentos mas vergonzosos, mas aterradores y mas desgarradores tales como para no poder salir de una sala llena de caminos sin salida y saber que tomar cualquier decisión daría por resultado final un encuentro único y desfavorable con este oyente eterno que cada uno porta y que sabemos que existe y hay uno para cada uno!

Yo sigo solo, mientras trato de oír a la espantosa criatura que me acecha pegada al techo. Con sus mandíbulas ya dispuestas a desgarrar la carne y concebir un festín congraciado de un baño de sangre que alborotará a toda la comunidad, sabiendo ellos mismos que corren el mismo peligro que yo.
Cuando esta bestia tenga la voluntad de comenzar la hemorragia todo habrá cesado y no habrán mas susurros de los necesarios para que sepan cuando deben mirar hacia al techo y saber que dormir con una sábana no será suficiente para que algo los arrastre debajo de la cama.

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